Este atípico hostelero se licenció en Derecho mientras daba vueltas a la sartén, aunque nunca se ha arrepentido de seguir en la cocina en lugar de cambiar mandil y espumadera por la toga y los libros de leyes. Su establecimiento, que cuenta con casi medio siglo de historia, se ha convertido en una referencia obligada para los amantes de la tortilla de patata.
